José Antonio Gutiérrez Trueba
José Antonio Hernández Guerrero
José Antonio Gutiérrez Trueba es un gaditano, intuitivo, inquieto y soñador, que profesa el Derecho como una vocación de servicio y que ejerce la ciudadanía como un ineludible compromiso. Está dotado de una inteligencia práctica y de unos sentimientos nobles que le han dictado el rumbo de una andadura personal y familiar que ha redundado en beneficio de muchos de sus conciudadanos: su amor sin fingimientos por nuestra tierra le empujó para que liderara empresas deportivas y, sobre todo, para que colaborara en la gestión de nuestros asuntos comunes.
Su trayectoria jurídica, orientada por su lúcida inteligencia, por su fina sensibilidad y por su entrañable cordialidad, le ha servido como papel pautado sobre el que ha plasmado los rasgos que adornan a los abogados que, además de estudiosos del Derecho, son unos seres humanos, humanistas y humanitarios. Pertrechado de profundas convicciones éticas y equipado de una autoridad científica rigurosa, está plenamente identificado con los valores de esta tierra, con los quehaceres de su profesión, con los problemas de su tiempo y con las inquietudes de sus gentes.
Persona inquieta, dinámica, intuitiva y rápida de reflejos, desempeña con tenacidad su oficio como un ineludible deber ético y como un generoso servicio social a su ciudad. En los momentos difíciles por los que, a lo largo de su dilatada trayectoria, ha atravesado, con sus decisiones sensatas y con sus equilibradas aportaciones, ha puesto de manifiesto su cálida cercanía, su talla humana, su sensibilidad social, su reciedad temperamental y su integridad moral. Nunca ha esquivado los problemas ni ha vuelto la vista atrás, sino que, por el contrario, siempre ha mostrado una permanente disposición de colaboración y de servicio.
José Antonio posee, además, una notable habilidad para conectar con las gentes y una singular destreza para entablar relaciones sociales. Impulsado por un afán enciclopédico y empujado por un espíritu inconformista, es, sobre todo, un cultivador de la amistad. Hombre culto y perspicaz observador, es un gaditano franco, claro y directo, un ameno conversador y un contador de deliciosas historias capaces de trasladarnos en el tiempo hacia adelante y hacia atrás. Aunque siempre evitó caer en quimeras, es un hombre lúcido que sabe conjugar la imaginación y el sentido común con el fin de comprender y de vivir la vida.
Pero, desde nuestra perspectiva, el rasgo de su rica personalidad que más nos cautiva es su particular sentido del discurrir del tiempo. Dotado de una feliz memoria, se esfuerza de manera permanente por disfrutar del momento presente depurando el pasado de rencores y de odios, e imaginando un futuro siempre esperanzador. La vida tiene sentido, efectivamente, para quienes toman su existencia en sus propias manos, para quienes hacen de ella, de algún modo, una creación personal, en vez de abandonarse a ocupaciones vanas o fútiles.
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