sábado, 21 de junio de 2008

Francisca Fuentes Rodríguez




Francisca Fuentes Rodríguez
José Antonio Hernández Guerrero

Los compañeros que seguimos de cerca la trayectoria profesional de Francisca Fuentes Rodríguez coincidimos en que es una mujer activa y entusiasta, un ser singular que, presidido por la lucidez y por la agudeza, cuestiona aquellos comportamientos rutinarios que la inercia de los usos sociales pretende hacernos pasar por naturales y por apropiados a la condición femenina. Ella, que está decidida a vivir su vida de una manera plena, es consciente de que vivir es aprovechar una oportunidad única y una aventura personal dirigida hacia el descubrimiento de un mundo más humano, más justo y más grato.
Inquieta, emprendedora e impaciente, con su mirada limpia y directa, nos proyecta sus certeras reflexiones y nos formula sus múltiples propuestas, que están elaboradas siempre tras análisis minuciosos, desde una crítica incisiva y desde una serena autocrítica. Alentada por el rigor, por el trabajo y por la exigencia como requisitos esenciales de su función de Decana, ella dirige la Facultad más joven de nuestra Universidad, imparte sus clases de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social, investiga conflictos y negociaciones colectivas, atiende a su familia, cuida y educa a sus hijos, enfrentándose a los problemas con realismo y apoyándose en un permanente diálogo con todos sus colaboradores. Con su sencillez, con su sentido práctico y ayudada por un conjuntado equipo de compañeras, nos proporciona una imagen de universitaria comprometida con nuestro espacio y con nuestro tiempo.
Para interpretar y para valorar el significado profundo de sus eficaces gestiones, es indispensable que nos acerquemos, que captemos la intensa palpitación humana y que descifremos las diferentes emociones que la impulsan y las profundas convicciones que la alimentan. Intrépida, obstinada, creativa y, sobre todo, libre, es una mujer de raza que, sin hacer publicidad, está en posesión de toneladas de sentido ético y social. Pienso, además, que esta mujer valiente, que llama a las cosas por su nombre, que se propone retos ambiciosos y que, cada mañana, inicia tareas complicadas, es, a veces, un poco dictadora consigo misma.
Impulsada por su propia vocación, abre los ojos, observa con atención todo lo que le rodea, mira el futuro con confianza y sonríe porque piensa que personas de las que recibe las energías, la respetan y la quieren. Mujer sencilla y trabajadora incansable, está dotada de esa sabiduría que tan estimulante y tan refrescante les resulta a los que colaboran con ella. No acepta imposiciones y no comprende a las gentes que, abandonándose a las bagatelas de la comodidad, renuncian a luchar para crear unas circunstancias más humanas que nos permitan vivir y convivir, dialogar y colaborar, y, en resumen, sentir el amor y difundir la amistad con respeto, con libertad y con dignidad. Paca es una permanente y cordial invitación para que nos decidamos a pensar, a imaginar y a trabajar.




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