sábado, 21 de junio de 2008

Hans Josef Artz



Hans Josef Artz
José Antonio Hernández Guerrero

Hans constituye -más que la ilustración ejemplar de aquella frase tópica según la cual “el gaditano puede nacer donde le dé la gana”- la clara explicación de un principio básico que, en mi opinión, es -o debería ser- universal: la tierra del ser humano no es el lugar en el que nace, sino la Tierra en la que vive, y su tiempo, no está determinado por la fecha de su nacimiento, sino, como ocurre con los ríos, por el curso cambiante de su biografía. Las plantas sí tienen raíces que se agarran al suelo en el que han sido sembradas y del que succionan la savia que las hace crecer, pero los hombres y las mujeres, por el contrario, estamos dotados de piernas que facilitan el traslado permanente a diferentes lugares que nos proporcionan nuevos horizontes y nos descubren inéditas perspectivas vitales: que nos obligan a cambiar de ideas, de actitudes y de comportamientos. Nosotros, desde que aprendemos a andar, seguimos moviéndonos de un lugar a otro.
Hans es un alemán que nació en Aquisgrán, y, al mismo tiempo, un español que eligió libremente residir en Cádiz; es un habitante de Europa y un cosmopolita que se siente paisano y solidario con todos los seres humanos que pueblan nuestro globo terráqueo. No debe extrañarnos, por lo tanto, que se le ponga el pelo de punta cuando degusta esas vibrantes alegrías que interpreta Mariana Cornejo o que se emocione cuando contempla esas puestas del sol de nuestra Caleta.
Con todo derecho y con creciente ilusión, ocupa el cargo de Adjunto al Presidente del Ateneo Gaditano y desde allí proclama su admiración por nuestro paisaje urbano y por nuestro paisanaje humano. Es lógico, por lo tanto, que provisto de su cámara fotográfica, disfrute captando esas instantáneas de los rincones que a él le encantan y le cautivan, y que nos las exhiba para celebrar con nosotros esas deliciosas “fiestas para los sentidos”.
A Hans -un ciudadano del mundo, un aristócrata del espíritu y un dechado de llaneza de trato- le agradecemos, sobre todo, la delicadeza con la que, sintiéndose miembro solidario de nuestra sociedad gaditana, hace crítica y autocrítica de algunas de nuestras deficiencias como ciudadanos. Cádiz no ha sido su cuna, pero sí su alimento, su atmósfera, su hogar y su referencia inevitable. Su figura posee un fondo de remansada delicadeza y de viva curiosidad. Más allá de su apostura física, descubrimos en él la elegancia esbelta de su inteligencia y el garbo sereno de sus sentimientos. Inteligencia y sentimientos que le dictan el rumbo de su bienestar y de la felicidad de su familia. Inquieto humanista y apegado a los clásicos, sintoniza con los ritmos vitales y estéticos de la actualidad. Instalado en nuestra sociedad gaditana, ha sentido y ha transmitido el placer de la lectura y de la escritura tanto de los libros como de los paisajes; por eso vibra y nos hace vibrar de emo­ción, ante las palabras bien escritas y ante las bellas imágenes.

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