domingo, 22 de junio de 2008

Ángel Movellán





Ángel Movellán, un poeta de la imagen, dotado de una singular sensibilidad
José Antonio Hernández Guerrero

¿Se imaginan ustedes a Ángel Movellán caminando por cualquiera de nuestras calles desprovisto de su cámara fotográfica? A él le ocurre algo parecido a lo que les sucede, por ejemplo, a algunos curas, religiosos o cantaores: que no pueden desprenderse de sus símbolos distintivos porque, más que unas profesiones, ejercen unas vocaciones a la que se entregaron desde su niñez.
Hemos de reconocer que la fotografía constituye, además del motor de la vida de este gaditano ubicuo, la definición completa de su existencia, la razón por la que Ángel anda, habla, mira, piensa duerme y sueña acompañado de este aparato que es, al mismo tiempo, el ojo con el que contempla el mundo en el que vive, la clave que descifra sus significados, el archivo en el que guarda sus experiencias más personales y, también, el lenguaje con el que nos comunica sus mejores mensajes.
Aunque él se suele presentar como reportero gráfico, tengo la convicción de que, por la manera tan expresiva de delimitar la realidad y de transmitirnos esas emociones que encierra en sus fotos, Ángel es, sobre todo, un artista -un poeta- de la imagen, dotado de una singular sensibilidad. Es cierto que las fotos de este corredor de fondo que tantos zapatos ha gastado recorriendo las calles de esta ciudad, que tan bien conoce a sus gentes y que tanto ama sus rincones, son documentos imprescindibles para elaborar nuestra historia local, pero también es verdad que, con su peculiar manera de mirar –análoga a la del pintor- nos revela de una manera nueva lo visible e, incluso, nos descubre lo invisible de nuestros espacios y hasta resucita muchas de las sensaciones de unos tiempos que se habían adormecido.
Por eso los trabajos de Ángel nos sorprenden con tanta frecuencia: porque nos de muestran desde ángulos diferentes unas realidades que, por mucho que las hayamos visto anteriormente, ahora, modificando y agudizando nuestra percepción, nos parecen muevas o diferentes. Es cierto que él retrata objetos importantes, pero también es verdad que otros son importantes desde el momento en el que él los capta. Sus fotografías, sin duda alguna, contienen y expresan, más que un instante de los sucesos, la historia completa de una vida.
Aunque es inevitable que, en sus trabajos, se refleje la influencia positiva que aquel gran maestro que fue su admirado padre, hemos de reconocer que Ángel manifiesta una indiscutible originalidad. Él, guiado por el impulso de su propia inspiración, ha alcanzado una madurez que se refleja en la plenitud de su estilo propio. Sus instantáneas son documentos valiosos porque, además de recrearnos, nos hacen pensar y sentir nuevas emociones: porque agudiza e ilumina nuestra percepción llamándonos la atención de unos aspectos a los que muchos de nosotros no habíamos prestado suficiente atención.

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